lunes, 5 de julio de 2010

Las personas “anti Mundial” (pobres, no saben lo que se pierden)



1. El 29 de junio a las 13:50 HB, mi querida amiga Liliana Colanzi, escritora y magíster en Literatura ella, ponía en su FB: “Que se acabe el pinche mundial de una vez”. Ocho minutos más tarde, ante las primeras réplicas ella, que habla y escribe muy bien en inglés, puso: “It’s boring as hell. And it lasts for so long!!” (Es aburrido como el infierno. Y dura demasiado!!). Daniel Quezada, uno de sus contactos, comentó a las 14:13: “qué egoísmo Lili, una vez cada 4 años… (claro que en medio está la copa libertadores de américa, la sudamericana, liga de campeones, la liga española y a veces, la liga nacional...) qué egoísmo...”. Yo puse a las 14:49: “No te respondo como debería porque están jugando España y Portugal... ¡y porque sólo quedan 12 días de Mundial!!! BUAAAAAAAAA....”. Paul Tellería, amigo común, acotó a las 15:19: “noooooooooooo. Y luego te bancaras el síndrome de abstinencia de los hombres de tu vida?”. Jose Andress Sanchez (sic), a las 16:03: “que no se acabe! estoy escribiendo los mejores status de MI VIDA!”. Y para rematar otro amigo común, Pablo Ortiz, el 1 de julio a las 10:59: “Tu problema es que ahora todos hablan de fútbol y nadie o muy pocos, sobre literatura. Y, peor, cuando hablan de literatura es para referirse al fútbol. Falta menos de una semana, pero prometo que será la más intensa...”.
2. Otro amigo antifutbolero –o anti mundial, como prefiero denominarles– puso el 25 de junio: “hasta los huevos del puto fútbol de los cojones!!!”, a lo que uno de sus contactos le respondió: “Eso porque Bolivia no está en el mundial q si no?”. Como estos dos raras avis hay millones en el planeta. Sea por pose, por molestias reales, porque realmente el fútbol y el mundial les interesa un sorete o por la razón que sea, hay personas que dicen (incluso antes de que se inicie) algo tan aberrante como “¡Odio el mundial!”. Eso equivale, casi, a gritar que uno detesta el chocolate –hay subnormales así, me consta–, una deliciosa bebida fría en un día caluroso –quede claro que no digo cerveza–, o un sabroso revolcón de mambo horizontal.
3. ¿Qué puede mover a millones de personas a sustraerse –o cuando menos intentar hacerlo– del sortilegio que nos cautiva a otros tantos millones? Durante los mundiales, comprobado está, las tensiones sociales decrecen, los embarazos se incrementan, las sociedades se aúnan, incluso conflictos bélicos como el de Tom y Jerry entre israelíes y palestinos (Mafalda dixit) parecen llamarse a una tregua no escrita. Claro, también las actividades culturales se ven afectadas –planificar algo a la misma hora que un partido trascendental sólo podía ocurrírsele a uno de los célebres antifútbol del planeta, Jorge Luis Borges quien, se dice, a la misma hora en que Argentina disputaba su primero partido en el mundial del 78, presentaba una conferencia sobre el fundamental e imperdible tema de la inmortalidad (me gustaría saber cuántos de los asistentes ya están bajo tierra, como el autor; debe ser por eso, y por su marcada manía por la literatura sajona, que el bibliotecario más famoso del planeta no me gusta como escritor).
4. Todo el planeta se trastoca y detiene. Abbas Kiarostami usa el mundial de Italia 90 y el terremoto en el norte de Irak como pretexto para Y la vida continúa (1992), segunda de la trilogía célebre iniciada con ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1990). Emir Kusturica, futbolero declarado, pone un par de secuencias de fútbol en La Vida es un Milagro (2004) y todos sabemos que le dedicó un hermoso documental al D1Eg0: Maradona by Kusturica (2008). La pelota, además de las películas oficiales que la Fifa hizo producir para cada mundial, está presente en cintas como La Gran Final (Gerardo Olivares, 2006), El Penalti más largo del Mundo (Roberto Santiago, 2005), Días de Fútbol (David Serrano, 2003), Quiero ser como Beckham (Gurinder Chadha, 2002), la gloriosa Shaolin Soccer (Stephen Chow, 2001), El Portero (Gonzalo Suárez, 2000), Escape a la Victoria (John Huston, 1981), Once Pares de Botas (Francisco Rovira Beleta, 1954). Más cerca tenemos a Mi mejor Enemigo: Patagonia 1978 (Alex Bowen, 2005), El casamiento de Romeo y Julieta (Bruno Barreto, 2005), La Pena Máxima (Jorge Echeverry, 2001), Historias de Fútbol (Andrés Wood, 1997) y, claro, la nacional Viva Bolivia toda la Vida (Carlos Mérida, 1995), sobre nuestra clasificación a USA 94.
5. Pero estoy yéndome por las pelis. Las personas anti mundial suelen esgrimir la trillada frase “el fútbol es el opio del pueblo” (y claro, a muchos nos encanta vivir en los fumaderos). Juan José Sebreli, quien ha escrito varios textos sobre el balompié, dice en La Era del Fútbol que los dirigentes de la Fifa “no se proponen conscientemente alienar las masas, porque ellos mismos están alienados, ellos mismos no son conscientes de lo que hacen, y además no podrían hacer otra cosa aunque quisieran. Es toda la maquinaria social que mueve el mundo del fútbol”. Theodor Adorno decía que los males culturales de nuestra época recaen sobre las capas sociales bajas (pueblo, lumpen) y su presunta emancipación democrática, pero en realidad es a la inversa, acota Sebreli: “no son los oprimidos los que obran la estupidización, sino la opresión la que estupidiza”. Quizás por eso, los aristocráticos –¡ejem!– organizadores del torneo de Wimbledon demandaron que ningún asistente llevase una vuvuzela y prohibieron las transmisiones de partidos o resultados de Sudáfrica 2010 (que ESPN nos diga cuántos miles vieron este fin de semana pasado las finales del tradicional torneo londinense y comparémoslas con quienes se prendieron, sólo para tomar un partido de primera fase, al Francia-México del 17 de junio último).
6. Eduardo Galeano en Su Majestad el Fútbol –antecesor de El Fútbol a Sol y Sombra–, arremete contra los intelectuales que por posturas elitistas o snobs desdeñan al deporte de millones y agrega: “No niego que el fútbol empieza a gustarme, y mucho, sin que eso me provoque el menor remordimiento ni la sensación del opio de los pueblos. Me gusta el fútbol, sí, la guerra y la fiesta del fútbol, y me gusta compartir euforias y tristezas en las tribunas con millares de personas que no conozco y con las que me identifico fugazmente en la pasión de un domingo a la tarde. ¿Desahogo de una agresividad reprimida en el curso de la semana? ¿Merece el sillón del psicoanalista? ¿O bien se ha sumado a una de las formas de la contrarrevolución? Los hinchas somos inocentes”.
7. Cierro con un colega al que asimismo admiro. Pier Paolo Pasolini, cineasta asesinado por los fascistas italianos, cuando le preguntaron en una entrevista qué le hubiera gustado ser si no se habría dedicado al cine y las letras, respondió: “Un buen jugador de fútbol. DESPUÉS DE LA LITERATURA Y EL EROS, PARA MÍ EL FÚTBOL ES UNO DE LOS MAYORES PLACERES”. ¿Es necesario agregar algo, personitas q'aymas y de cabezas cuadradas??? ¡Ah, sí! Pobrecitas, me dan pena.

FOTO: TARINGA.NET.

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